Thursday, April 19, 2007

Han vuelto...

El tìtulo no està relacionado coo muchos podrían suponer con mi ausencia casi prolongada del blog, la verdad que desde que recibió RCP hace ya un buen tiempo nunca ha sido el mismo ni ha tenido una buena circulación de ideas.. probablemente porque ahora dedico más tiempo en comunicaciones directas mas que en disetaciones públicas.. que se han limitado a cosas más efímeras.

Entonces, para detener esta perogrullada, contaré la historia a la que hace alusión el título de este hasta ahora sin relación post.

en realidad no hay nada oculto, profundo o místico.. muchos se descepcionarán ante lo trivial del asunto.. (y sigo dando rodeos...). La verdad es que no encuentro una manera correcta de como cambiar sin ar una transiciòn de ritmo brusca y extraña a un lenguaje más poético que en principio debería relatar mi experiencia, pues al grano entonces.

Recuerdo una época que algunos conocen como infancia, más feliz de lo que algunos pueden suponer en m caso a pesar de tantas cosas. Una de las cosas de las que no puedo quejarme de mi ciudad, es que a pesar de ser una urbe de mas de 3.5 millones la naturaleza a su alrededor se mantiene impresionante, aun y con todos nuestros esfuerzos que a veces parecerían deliberados para aniquilarla.

Así, sin darme aires de conocedor de la naturaleza experto, puedo sin embargo decir que yo crecí yendo a jugar ente los matorrales, con los primos, curiosos, observadores de cosas que nos entretenían y que eran simples, perdiendo el miedo a las arañas y escorpiones (quizás demasiado temerariamente puesto que las viudas negras y las tarántulas eran descubrimientos de cada mes), cazando lagartijas y salamandras para irlas a enseñar a los adultos; dándole de beber agua a una tortuga del desierto (donde aprendí la valiosa lección de que no debe de hacerse a menos que te guste tener orina de tortuga en tu camiseta); haciéndose sensible al olor del zorrillo para no acercarse a donde pudieran estar, conocer la manera correcta de agarrar hormiguitas, y desde luego dedicarse a la observación a veces curiosa y otras respetuosa de serpientes, ardillas, insectos de colores brillantes, y en alguna contada ocasión una manada de jabalíes que tenía por gusto bajar a la frontera del monte, que sucedía estar detrás de mi casa.

Puedo recordar con claridad, las cosas que solían ser las perlas encontradas en los días que nos tenían con verdadera admiración, sucesos como la llegada de los colibríes que visitaban las flores de azahar en mi patio, la época del cielo encendido de colores de las alas de las mariposas, y las migraciones ordenadas de golondrinas. Pero entre todas, recuerdo con más sorpresa aun, las fulgurentes luces nocturnas que las luciérnagas usaban para competir con el manto de estrellas que aún se distinguían a través de las ramas de los árboles. Quizás por mi personalidad aficionada a la astronomía a quien el cielo nocturno embelesaba desde ese tiempo, pero esas luces me tenían absorto durante horas, haciendome renuente a ir a dormir.

Tiempos felices, que recordaba antier en mi caminar por el rìo que todavía permanece perenne
lamentándome la ausencia de tantos personajes animales, que resultaba ser falsa, al irme encontrando una a una las especies que añoraba, una ardilla por ahì.. el croar de una rana más adelante, en los pequeños sitios donde se estancaba el agua una garza y un pato...

De todas maneras, faltaba aquello de mi infancia, aquellas luces que pensaba extintas y lamentaba que los niños pequeños de ahroa no tuviran al menos de mirarlas y preguntar a sus padres si esque las estrellas estaban bajando.

Y ayer sucedió un verdadero milagro... las luciérnagas han vuelto, mientras la canción que escuchaba cambiaba, y miraba hacia el cielo buscando no sé que, vi el resplandor fugaz que me parecía era mi imaginación, removiéndome los audífonos para poner atención al sonido del rìo, y de las chicharras y aun del viento mismodas aquellas luces dormidas, que comprensiblemente hicieron soñar a los antiguos con hadas en los bosques... y estrellas al alcance de nuestra mano.

así que han vuelto, quizás nunca se fueron, solo esperaban que alguien mirara con atención, que se atreviera a buscar estreellas entre los árboles, sabiendo que cosas más increíbles pasan todos los días, y en espera de alguna de ellas...